El 16 de abril de 1961, la amenaza de una invasión a Cuba se concretó. Exiliados cubanos entrenados y financiados por la CIA iniciaron un ataque desde el mar por Bahía de Cochinos. Fueron derrotados después de tres días de batalla. Alicia Eguren y John William Cooke formaron parte de las Milicias Nacionales Revolucionarias, a las que se sumaron como voluntarios.
Aquella intervención pública se combinó con la arena privada. Pedro Gustavo Catella (alias “Pelito”), hijo de Alicia Eguren y Pedro Catella, tenía 12 años cuando su madre viajó a Cuba y se quedó en Buenos Aires al cuidado de sus abuelos maternos. En aquellos años mantuvieron una frondosa correspondencia, en la que Eguren describía la incertidumbre frente a la inminencia de la invasión mientras cifraba su apuesta en la seguridad de la victoria y en el horizonte de un porvenir socialista como legado para la generación de su hijo. Otra arista de la idea de legado fue la de Cooke, quien ante la cercanía de la invasión redactó su testamento, en donde deja todos sus bienes a nombre de Alicia Eguren, su esposa.